Llevo un tiempo callada y no es el resultado de ninguna estrategia de comunicación. Simplemente es la consecuencia de un contagio. Contagio por el desafecto a la realidad política. Un año apartada de mis clientes, me ha dado el oxigeno necesario para respirar la política desde un nuevo punto de vista.
Soy una convencida de que las pequeñas acciones generan cambios. Si esas acciones generan un trueque en el día a día y modifican mi vida, esos pequeños detalles habrán tenido sentido.
Así, con ese convencimiento inicié mi camino profesional como "Coach Político" hace ocho años en el ámbito de la política. Y aún hoy, sigo convencida de que es posible hacer las cosas de una forma diferente a lo que respiramos cotidianamente. Sin embargo, para poder generar esa transformación es necesario un cambio contundente desde las bases y la forma de hacer política en este país. Es necesario que nuestros dirigentes los que están y los que tienen que venir, tengan claro su función política, algo que parece que se ha olvidado en los últimos años.
Cualquier persona que haya estado integrada en el núcleo de una organización "política" y no necesariamente tiene que ser un partido, sabrá que quien mueve los hilos, quien toma decisiones y quien no corre riesgos, si es inteligente, siempre suele estar en la sombra. Yo lo experimenté de primera mano en una asociación empresarial, con un peso considerable durante un plazo corto de tiempo, en la Comunidad Valenciana. El que daba la cara, el que presidia era la imagen pura de una marioneta de cartón piedra, movida por los hilos de su ego y las manos invisibles de sus "amigos". Amigos conspiradores que cegados por el poder serian capaces de cambiar la marioneta por una nueva, con el fin de mantener su obra de teatro. Después de tres años incondicionales y tres meses en el comité ejecutivo, el tiempo que tardé en desvincularme de esa asociación fue el mismo que tardé en darme cuenta, que yo no movería los hilos de nadie para salir en una obra de teatro que ni me iba ni me venía. Aunque el Director me ofreciera el papel principal. (Tómenlo con la ironía correspondiente). Era evidente y el tiempo me aportó las respuestas que en esa obra de teatro, todos ganaban a corto, sin saber que al final todos perdían a largo.
Cuando uno lleva muchos años haciendo lo mismo, uno pierde el sentido de si lo que hace en la actualidad está asentado con los valores y creencias de esos primeros años. Uno pierde la capacidad de mirar al horizonte de una forma nítida porque la realidad le mantiene en un atardecer constante que le deslumbra.
Yo me pregunto si Pedro Arriola después de 24 años moviendo los hilos del PP no estará deslumbrado y si realmente Mariano Rajoy sabe hacerlo mejor. Uno no puede seguir a ciegas las indicaciones de otro sin valorar las consecuencias que tiene para uno mismo. No quiero equiparar a ninguno de los dos con mi experiencia anterior, ni siquiera es comparable, ni tampoco la intención.
La mirada de ayer de Mariano Rajoy a sus asesores, su movimiento de mano y arqueo de cejas, en su rueda de prensa junto al primer ministro rumano Victor Ponta, ante la pregunta del periodista rumano Baltoiu a estas alturas de su vida publica, deja en evidencia las mismas carencias no resueltas desde que Rajoy se dedica a la política.
De todos es sabido que nuestro presidente tiene buenas habilidades y competencias aunque éstas estén el el menor indice de popularidad de su historia. Sin embargo ¿nadie de su séquito? ¿nadie de su equipo? ¿nadie ha sabido trasladar a Mariano Rajoy la confianza y herramientas necesarias para que en una rueda de prensa, donde todo está medido y previsto, tenga la capacidad de reacción y no precisamente hacia la duda y la perplejidad? ¿Nadie?
Porque estoy convencida que Mariano Rajoy es consciente de sus debilidades como comunicador. Porque el que sufre las consecuencias diarias de su ineficacia comunicativa es él y después todos los demás. Porque cualquier critica que surge cuando "sale al escenario" la sufre él. Porque en su día fue él quien decidió tener el papel principal de la obra. Y como en cualquier obra, hay que ensayarla, hay que prepararla, hay que aprenderla. Y parece (que doy por seguro que no es la realidad) que el Director de la obra el Sr. Pedro Arriola solo está pensando en el atrezzo y en el guion, sin darse cuenta que el éxito de la obra es el conjunto de todas ellas llevadas a la excelencia.
Pedro Arriola tiene trabajo de aquí al próximo día 1 de agosto pero Mariano Rajoy se juega mucho más. ¿Trabajará el Presidente su lenguaje no verbal?
Actúe inteligentemente Sr. Pedro Arriola porque serlo lo es.
Quiérase más Sr. Presidente porque quien sale al escenario es usted.
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