Cada vez que he formulado esta pregunta a un político ¿tienes miedo? la mayoría de las veces me han respondido "¿miedo a qué? yo no tengo miedo". Sin embargo cuando hemos profundizado mas en nuestra conversación ha quedado en evidencia de una forma u otra que el miedo también les acompaña al igual que a todos.
Es evidente que el "sistema" político actual no funciona. Que la ley de partidos en la que se basan las decisiones de nuestro país, deja en evidencia las carencias de dicho sistema. Que lo que ayer fue bueno para llegar a un modelo democrático hoy se vuelve en contra de muchas de las ideas que las nuevas generaciones piden y que la sociedad reclama.
Y a todo esto, sí se enfrenta el político de una forma u otra. Un ejemplo sería el de ayer domingo. Llama la atención que el sentido de manifestación se haya desvirtuado tanto. ¿Cual es el motivo para no diferenciar al político de la persona? ¿Qué nos impide como ciudadanos ver la "intención" positiva y no el "interés" personal? ¿Para qué debo como político quedarme en casa si como persona siento que debo estar en algo en lo que creo?
Tal vez como persona publica uno tenga que plantear y preguntarse porqué la sociedad ha llegado al convencimiento de la utilización de las herramientas del sistema de cualquier ciudadano al servicio personal e interesado del político.
¿Qué se comunica? ¿Cuales son los valores en los que se asienta un político? ¿De que manera se contrarresta la información segmentada e intencionada de todo lo malo que hay en la política? ¿Cómo se explica y se comparte lo bien hecho por y para la ciudadanía?
A lo largo de toda la historia siempre ha habido corrupción, siempre ha existido intereses, sin embargo cada sociedad es responsable de como vive esa situación. Y sociedad somos todos, los políticos también forman parte de esa sociedad.
El miedo en un político se inicia en el primer segundo donde es consciente que decir lo que piensa va en contra de lo "políticamente" correcto dentro de su partido. Descubrir que sus ideas y pensamientos están equivocados o que su evolución personal va adquiriendo distancia con los ideales "de su partido" es un quiebre mas habitual de lo contado. La realidad es que las posibilidades políticas en nuestro país están muy limitadas si seguimos pensando en izquierdas y derechas. Por ello, uno de puertas para adentro podrá expresarse dentro de su circulo mas cerrado, aun teniendo siempre la duda, de si sus palabras serán utilizadas en su contra en decisiones futuras. Los padrinos, "amigos" y demás "bufones" son la tela de araña que los envuelven al silencio de sus sus ideas y pensamientos. La soledad del político es un espejo a la soledad del directivo. Y surge una de las primeras preguntas que se hace el político "¿en quién puedo confiar?
Saber gestionar la evolución a la que nos enfrentamos como personas es el inicio de todo crecimiento personal. Y el político igualmente se enfrenta a esa situación, también crece. Aquel que no crece es el mismo que la sociedad percibe como manipulador de sus intereses. Por ello, aquel que es cuidadoso con su persona comienza el inicio de un camino que en muchas ocasiones se convierte en un desierto donde por ejemplo enfrentarse a la equivocación, también requiere valentía.
Plantar cara a esa sensación de haber "metido la pata" requiere ser consecuente y aceptar que uno puede cometer errores. No es tarea fácil para ninguna persona y si ademas sus consecuencias van en perjuicio de terceros la presión aumenta a una velocidad de vértigo. El estilo de comunicación ha evolucionado tanto, que cualquier error corre como la pólvora por las redes sociales como si fuera "el corre ve y dile" del tiempo de nuestros abuelos. La diferencia es el tiempo de ejecución. Muchos políticos, la mayoría, aunque parezca lo contrario, deciden no estar en según que medios o modelos de comunicación, sin embargo no son conscientes que aún siendo así, su presencia si está. Sus actuaciones serán retransmitidas como un partido de fútbol, dará igual el canal: radio, tv, boca oreja o redes sociales. Ser conscientes que estar es la forma de mitigar nuestros propios errores por el mismo canal por donde se expande, es una necesidad y a la vez obligación de todo político. Equivocarse es humano, no afrontar esas equivocaciones es de tontos.
Por ello ser conscientes de la fragilidad que como político se tiene se convierte en una conveniencia. Y ese recorrido de conocimiento es complejo realizarlo solo o en la compañía inapropiada. Pues la mayoría de los políticos viven alrededor de gente que le dicen lo que quieren escuchar y no lo que necesitan escuchar. Por ello, la figura de una persona imparcial, una persona que cuide de los intereses del propio político, de la propia persona, sin interés personal alguno, puede ser de gran utilidad para una persona publica.
Es necesario recordar que uno para afrontar el miedo necesita eliminar muchas creencias limitantes adquiridas. Pues el miedo es la discapacidad más grande que uno puede tener.
Y tu, ¿sabes afrontar tus miedos?
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