Fijando un objetivo claro

¿Quién eres como persona? ¿Quién eres como político?

Todo comunica

En política, también

La politica deja huella

¿Que legado quieres dejar cuando te marches?

Y acaba la política

Una nueva oportunidad, ¿la quieres?

Nuevas formaciones políticas

Si hace unos días hablábamos de políticos estrategas vocacionales que saben utilizar todo los elementos que están a su alcance para conseguir sus objetivos y compromisos políticos, hoy desde Integridad Política abordamos lo que ocurre con aquellos políticos vocacionales que abandonan su institución política para crear un nuevo "espacio" donde sí poder generar e incentivar la política en la que creen.

Si alguien decide por voluntad propia abandonar un partido político, detrás existe una gran decepción y unas expectativas traicionadas. 

Aunque estas decisiones no son tomadas de un día para otro por aquellos que confían en un proyecto político, y el partido abandonado auguro ha tenido infinidad de inputs de discrepancia interna mucho antes de esta salida de militantes.

Posteriormente la formación política "desahuciada" podrá hacer de puertas para adentro dos cosas, callar, criticar o justificar los motivos del abandono o reflexionar, cuestionarse y analizar ¿que estamos haciendo para perder la confianza de los nuestros? Pregunta inusual en la mayoría de los casos y tan necesaria desde la jerarquía más alta, pues realmente es la que lleva el timón de toda la organización política y es precisamente ahí arriba donde se miran y reflejan todos los demás.

De todos es sabido que el primer "cliente" que tiene toda organización es el cliente interno. Es al primero que se debe conquistar, enamorar, seducir y amar. Y si dicho objetivo no se obtiene el resultado inminente es el desencanto, el desinterés y finalmente el abandono.  


Hoy en día en nuestro país, sin formaciones políticas no puede haber democracia. El movimiento 15m fue la palanca para ser conscientes que sin organización y no siguiendo las reglas del juego, uno no puede jugar en el marco político español. Desde entonces hemos visto emerger formaciones como Sociedad Civil y Democracia presidido por Maria Jamardo y promovido por Mario Conde, Vox con Jose Antonio Ortega Lara a la cabeza seguido entre otros por Santiago Abascal,  Ignacio Camuñas, Enrique Alvarez  o Movimiento Ciudadano con Albert Rivera que pretende después de toda una estrategia definida y calendarizada valorar sus opciones a las próximas elecciones municipales y presentarse como otra formación política.

A menos de 16 meses el marco político al que se enfrentan los partidos que están desde el inicio de la democracia dista mucho de lo que hubieran imaginada hace apenas cinco años. Existe una requisito por parte de estos partidos que en principio no son muy conscientes y es una regeneración integra y una vuelta a sus orígenes más primarios, saber ¿quienes son? ¿para qué están? ¿por quien están? y sobretodo ¿como lo van a hacer? pues si no vuelven a dar respuesta a estas cuestiones la sociedad hará que sean conscientes a la fuerza. Y si no lo creemos así, solo falta mirar un poquito, solo un poco atrás, el partido socialista a tomado la iniciativa de hacer una primarias con un modelo totalmente nuevo dentro del marco político con el fin de poder trasladar que sí, se han dado cuenta, son conscientes (de cara a la sociedad) que las reglas están cambiando. 

El marco político está creando nuevas reglas y los lideres y partidos políticos que no aprendan, quedaran suspendidos indefinidamente.

Os dejo a continuación la entrevista que me realizó Paul Carcavilla para @RadioTudela


Begoña Gozalbes (@bego_zalbes)


El Principio de incertidumbre, de Heisenberg

Ninguna persona, incluida el político puede controlar lo que sucederá dentro de nada. Queramos aceptar este hecho o no, las cosas cambian, las personas cambian y la forma de hacer política también cambia. No entender  algo tan básico conlleva demasiados quebraderos de cabeza a nuestros políticos.

El panorama político nacional nos aporta infinidad de ejemplos. Uno de ellos corresponde a los acontecimientos vividos por Javier Lacalle, Alcalde de Burgos. No sirven las buenas intenciones. Nadie dudaría que cuando uno decide implicarse en un proyecto de esta envergadura en un entorno social y económico como el que nos encontramos, un alcalde tendrá como principal objetivo la mejora de los servicios en su ciudad. Sin embargo, cuando detrás y de una forma evidente existan intereses de unos y de otros, y a su vez ronda el "fantasma" de corrupción y cohecho, está claro que las buenas intenciones se esfuman por las rendijas del alcantarillado de la ciudad.

Tener demasiado poder emborracha. Y no siempre el poder está en el lado de los políticos. Es el caso de  Antonio Miguel Méndez Pozo, constructor y magnate de la comunicación en Castilla y León, dueño del principal periódico local  'El Diario de Burgos'. No cabe duda que para todo aquel que tiene una empresa su fin es ganar dinero. Nada que objetar si no fuera porque estamos hablando de dinero publico en donde la ciudadanía tiene mucho que decir. "Quitarme a mi para llevártelo tu, pues va a ser que no". Y precisamente eso es lo que ha estado reclamando Gamonal; independientemente que una servidora no comparta las formas de violencia implementada por un reducido grupo de ciudadanos.

Al final Javier Lacalle no pudo predecir ni controlar que sus propios ciudadanos no le iban a dar vía libre a unos intereses altamente partidistas, que no quiere decir de partido.

Y precisamente aquí damos con uno de los quiebros más habituales en la política. Un político ¿Puede elegir libremente de quien se rodea? ¿Puede tomar decisiones que no vayan alineadas con las directrices del partido? ¿Puede tener iniciativas que marquen un antes y un después en las formas de hacer política? ¿Puede ejecutar una política orientada al ciudadano? ¿Puede escuchar antes de ejecutar por decreto o por interés? ¿Puede anticiparse a posibles situaciones conociendo realmente las necesidades e inquietudes de sus votantes o ciudadanos?

Es evidente que a todas estas preguntas según el prisma con el que lo analicemos estaremos en la balanza del si y del no. Sin embargo lo importante es la persona que hay detrás de ese cargo. ¿Que habilidades y competencias tiene para poder implementar la política que desea en forma y tiempo? ¿En que valores se asientan sus decisiones? ¿Quien es la persona a la que le he otorgado tanto poder aunque haya sido impuesto en una lista? ¿Que va a hacer con el poder que le otorgo? ¿De qué vive antes de llegar a la política?

Así que estimados lectores solo me queda una ultima reflexión: para las próximas elecciones, para la proxima campaña electoral, como no podemos elegir a quien votamos sino a quienes nos imponen, sepamos elegir a la mejor persona con las mejores cualidades independientemente de las siglas políticas.

No podemos controlar lo que sucederá dentro de nada, como bien nos dice Heisenberg y como bien inicié este articulo, queramos aceptar este hecho o no, las cosas cambian, las personas cambian y la forma de hacer política también cambia. Y el político que no entienda la nueva realidad política y no sea capaz de asimilar este cambio a la misma velocidad de vértigo que lo hace la sociedad, quedará fuera antes que después. Y el ciudadano que se quede impasible ante los acontecimientos tendrá tanta responsabilidad como el primero.

Begoña Gozalbes @bego_zalbes




El juego de los políticos

Decir que el sistema político actual goza de multitud de grietas donde se fuga todo aquello en lo que se cree y entra todo lo que la sociedad rechaza, no es una afirmación nueva.

Cada día me pregunto ¿a qué juegan los políticos? y sobre todo ¿saben o no saben jugar?

Una de las situaciones reales a las que se enfrentan los políticos en activo y que no entran dentro de ese tanto por ciento repudiado por la sociedad, valga decir que son más de los que creemos y menos de los que deberían, es no saber jugar con las reglas del juego. No saber implementar la política en la que creen con las normas que están establecidas, aunque recalco estas no sean las más adecuadas para la sociedad de hoy.

Los políticos más ávidos son verdaderos maestros de la estrategia. Saben reconocer las oportunidades y crear los escenarios necesarios para generar una respuesta exitosa en base a sus objetivos. Normalmente aquel que mantiene unas metas personales claras es el que consigue llevarlas a cabo. Sin embargo aquellos que se pierden en el objetivo general, aquellos que trabajan por metas generalistas se topan con no entender el juego. Y de repente caen en la casilla de repudiados, como en el Juego de la Oca, aunque aquí en política, no esperas tres turnos para poder jugar de nuevo, aquí terminas en tu despacho hasta nuevas elecciones y defenestrado en la siguiente lista.

La realidad manda. Y cabe preguntarse ¿qué diferencia al político estratega con vocación política del político con solo vocación? Pues que el primero comprende que las circunstancias sumadas a sus respuestas producen el éxito en cualquier situación que se presente.

Es importante entender y conocer esta fórmula [Circunstancias + Respuestas = Éxito] sencilla aunque compleja de implementar. Las circunstancias están fuera del control del estratega, sin embargo las respuestas ante dichas circunstancias de una forma planificada con un conjunto de actividades destinadas a conseguir el objetivo darán como resultado el éxito.

El quiebro se encuentra siempre en que el político de vocación desea que las circunstancias cambien para poder ejecutar su política y el político estratega con las circunstancias que dispone genera respuestas que le acercan a su objetivo. Es una labor más costosa, un camino más largo, sin embargo el objetivo está bien marcado y definido y sus resultados le dan oportunidad de mayor permanencia en el marco político.

Los políticos simplemente vocacionales terminan marchándose de la política si antes el propio sistema no ha decidido por ellos que deben abandonar. Las buenas intenciones en política no sirven si seguimos teniendo listas cerradas. Necesitamos políticos que sepan jugar entre tierras movedizas y que no caigan en la red engullidos hasta el fondo del propio sistema.

A lo largo de estos ocho años me he encontrado con estas dos tipologías de políticos. He de decir que ambas entran dentro de aquellos que la sociedad quiere y acepta. Cualquier otro que extralimite la línea de lo políticamente correcto no solicitaría mis servicios de coaching pues se encontrarían en frente de un corrupto que llevaría su propio nombre, y a nadie nos gusta vernos nuestras vergüenzas.

He conocido políticos con pocos recursos haciendo mucho y a otros políticos con mucho, haciendo lo menos posible. La diferencia es que los primeros se cuestionan las cosas, se preguntan habitualmente como pueden mejorar lo que ya tienen o como pueden optimizar para poder seguir creciendo en su municipio o comunidad. También saben adaptarse, sacan el mayor partido a las contrariedades y se ajustan a los cambios como grandes camaleones. Están dispuestos a asumir riesgos y cada acción que toman está apoyada en la siguiente, pues todas tienen una meta común.

Los políticos estrategas y vocacionales se conocen. Conocen perfectamente sus debilidades y sus fortalezas y precisamente a partir de ellas saben cómo aprovechar cada oportunidad que se les plantea. Además son convincentes. Saben que las personas con las que se rodean son imprescindibles para su objetivo por ello comparten su visión de las cosas con ellas y venden sus ideas con el fin de convencerlos del éxito que obtendrán. El político estratega es seguro, confía en el hecho de que su experiencia es suficiente para llegar a tomar la mejor decisión posible y no mira si los que están al lado, lo hacen mejor o no, simplemente observa como lo hacen y se lleva lo mejor.

Y tiene otra característica que marca la diferencia se implica emocionalmente en todo lo que hace. Emocionarse no es antagónico a ser calculador con los movimientos o decisiones que se toman, es una forma llana de ponerse en el lugar del otro. Y el otro siempre es el que le dio la llave para poder ejecutar aquello en lo que cree.

Mientras no cambien las reglas del juego necesitamos más políticos estrategas vocacionales. No olvidemos que la política de hoy va más de Monopoli que de Ocas aunque lo idóneo, para mí, la política la jugaría en un tablero de ajedrez. 

El que no entiende el juego, simplemente no juega.

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